domingo, 28 de marzo de 2010

Mayo, mes de María, celindos ,azucenas....

Tardes de mayo, justamente a las 5,  coincidiendo con la salida de la escuela. Andalucía, década de los 60, pueblo perdido en la serrania.


 Llegar a casa y verlas a todas sentadas en sillas de aneas, en filas de 4, no mas de 4 filas. De 60 a 80 años, ropas marrones en promesa de hábito carmelita o negro riguroso, algun duelo de años.

Solo son visibles las caras  y las manos. Y el olor, ese olor a celindas y azucenas que enmarcaban en sendos jarrones de cristal la estampa de la Virgen de Fátima. Y la voz de mi abuela rezando el Santo Rosario y el coro de voces contestando, sonido monocorde, me parecían el arrullo de palomas.

Niño de 5 o 6 años o menos, escondido detrás de las cortinas, sentado en la escalera, esperando el comienzo de la nueva historia, historia terrorífica del crápula salvado in extremis por su invocación a la Virgen. Y ese olor, aún después de tanto tiempo, olor que recuerdo lo mismo que la imagen de las viejas sentadas en las sillas, viejas olor y sonido que aún estando enterrados en el tiempo siguen vivos.





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